Bienvenidos y bienvenidas......

Solo soy una principiante en este mundillo de color y vida,donde yo,gracias a tí, me libero como niña, adolescente y mujer. Sí, eres tú, sí mi querida, la más preciada, aquella que me ayuda en mis más profundos oscuros recuerdos. Sí esa eres tú, la escritura. Aquella, que nos ayuda a desaparecer de estos tiempos remotos, de los más insignificantes problemas, de los más míseros oscuros susurros, de aquellos endemoniados demonios que te absorven como como si fuera una simple mancha en un lado de la alfombra. Gracias, si te las doy porque gracias a ti, yo, he podido expresarme.
Hola, a todos, soy principiante en esto, espero y quiero ofrecerles pequeños fragmentos e historias donde poder olvidar todos sus problemas.Intentaré también ofrecerles libros publicados de manera online, ya que considero que todo el mundo tiene derecho a leer y disfrutar.

sábado, 30 de abril de 2011

¿ Cuánto hace que no te he dicho que te quiero?

Capítulo 1( primera parte): El nuevo amanecer

Suena el despertador,son las siete de la mañana, me levanto, me miro y me pregunto,¿verdaderamente quién soy, me conozco lo suficiente para obtener aquella respuesta tan deseada o a posible ser, solo soy un producto de un sueño de alguien? Si lo fuera, ¿por qué es tan miserable mi propia vida?
He aquí la cuestión, no tengo las respuestas a estas preguntas, pero sí, puedo contestar miles y miles de preguntas con respuestas ya escritas o incluso establecidas por nuestra sociedad, como por ejemplo: ¿cómo me llamo?,¿cuántos años tengo?,¿dónde vivo? Son preguntas muy simples y fáciles de contestar, pero ,¿yo realmente he decidido como me llamo o dónde vivo ? No, no lo he podido decidir. Solo soy aparentemente una simple chica de instituto con una vida normal. Pero ese no va a ser el caso.Si a simple vista puedo parecer normal, una chica de pelo largo y castaño, piel pálida y fina, un tronco largo y esbelto, vamos soy apararentemente una chica de dieciséis años corriente, pero solo se me diferencia en algo, en mis ojos. Solo destaco por una sola y simple razón el color de aquellos órganos capaces de captar y percibir cualquier movimiento, sí, esos son, pues los mios son muy peculiares, son de color gris. Pero no un gris azulado,no, son grises muy grises. Al parecer nací con ese color, supuestamente muy peculiar, pero eso no es todo, hay mucho más detrás de estos ojos de los cuales, yo, he podido aprender algo a lo largo de mi vida....

Hoy comienzo un nuevo año de instituto, nuevos compañeros y compañeras, nuevos profesores y profesoras, nuevo lugar, sí, es todo nuevo para mí. Debido al por qué me mudé, pues no, no lo sé, podría ser ¿un capricho de mi madre, tal vez? , o ¿ una decición precipitada de última hora? Sinceramente no lo sé, bajo mi impresión todo fue muy rápido, apenas tuve tiempo de hacerme a la idea de un cambio, aunque tampoco iba a perder nada.
Cuando llegué al instituto, me di cuenta de algo, no solo estaba el edificio del instituto, al parecer, también había un gran pabellón, unas canchas de baloncesto, una piscina ya abandonada y un gran edificio del cual no sé como describirlo. Se podría decir que es un tanto gótico, un poco siniestro a mi modo de ver, aunque se veía gran movimiento de gente entrando y saliendo de él.
Mientras pasaba cada segundo y junto con mi madre me dirigía hacia la secretaría, sentía que algo no andaba bien. Cada paso que daba, cada vez se volvía mas oscuro. Al llegar, me di cuenta de que mi madre cargaba con una maleta y un bolso. Cuando giré la cabeza de un modo muy torpe, miré a mi madre y ésta comenzó a llorar. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo, todo a mi alrededor se había quedado de color gris y yo, ya no estaba allí.

El primer título de la colección Maeva Young cambia de look


Después de que anunciáramos Una canción para ti de Sarah Dessen con una imagen que respetaba la original en tonos salmón muy clara, ahora se ha desvelado en el Facebook oficial de la colección la cubierta oficial de la novela.

¿Qué os parece la idea de las zapatillas rojas? ¿Os gusta el cambio?

Ya a la venta "La chica del lago", nuevo título de la Colección ELLAS de Montena



Una historia sobre el verdadero amor,
el poder de la amistad...
y sobre los enanitos que habitan
en todos los jardines.

JEWEL: “Aquella noche necesitaba salir de casa, y el lago era mi sitio
preferido”.
SACHA: “El día que nos conocimos, Jewel Valentine me salvó la
vida”.
“Chica salva chico” es el título original de esta extraordinaria novela
y, en efecto, eso es lo que vemos al principio: a Jewel rescatando a un
Sacha a punto de ahogarse.

En el momento más oscuro de su vida, Sasha Thomas conoce a la solitaria y excepcional Jewel Valentine.
¿Y si el destino te deparase sorpresas inesperadas, incluso cuando lo das todo por perdido? ¿Y si pudieras coger aire y volver a empezar?
Muy pronto, unidos por un vínculo mágico e indestructible, Sasha y Jewel lograrán enterrar su pasado y, junto a dos amigos extravagantes y un montón de enanitos secuestrados, vivirán una aventura alocada y liberadora.
No les queda mucho tiempo, pero ahora lo único que les importa es que están juntos...

Colección: Ellas
Título original: Girl saves boy
Edad: a partir de 14 años
Formato: 150 x 215 mm
Idioma: castellano
Páginas: 256
Precio: 15,95 €
Pub.: 8 de abril
Traductora: Ana Andrés Lleó

Avance editorial mayo y julio: colección "Ellas" de Montena



Cuando parece que Ever y Damen pueden por fin amarse
sin obstáculos, una oscura maldición se cierne sobre
ellos...

Título: Tinieblas (Vol. 1 Eternidad)
Autor: Alyson Noël
www.alysonnoel.com

Colección: Ellas
Edad: a partir de 12 años
Formato: 150 x 215 mm
Idioma: castellano
Páginas: 400
Precio: 15,95 €
Pub.: 6 de mayo
Traductor: Concepción Rodríguez
González

Tras viajar por incontables vidas pasadas y vencer a sus peores enemigos, Ever y Damen pueden, por fin, disfrutar del amor eterno. Pero justo cuando su esperado destino parece hacerse realidad, una poderosa maldición cae sobre Damen... una que lo puede destruir
todo. Ahora, una simple caricia o un suave roce de labios significarán la muerte; hundiendo a Damen en el inhóspito Mundo de Sombras, abismo eterno de las almas perdidas. Desesperada por romper la maldición, Ever busca respuestas en la magia; y consigue ayuda de una fuente inesperada... Jude Knight. Aunque Ever acaba de conocerle, Jude le parece extrañamente familiar y enseguida se siente atraída por su talento mágico y su misterioso pasado. Ella siempre ha creído que Damen es su alma gemela y verdadero amor y, en realidad, todavía lo cree. Pero mientras él lucha para liberarse de la oscuridad que lo posee, la conexión de Ever con Jude se fortalece poniendo a prueba, como nunca antes, su amor por Damen.




Una historia de amor fresca, dulce y cercana, que se ha
convertido en un best-seller en Italia.

Título: SIEMPRE ESTARÁS TU (Vol. 1)
Título original: Mi piaci così
Autor: Francesco Gungui
(Nacido en Milán en 1980, Francesco Gungui es licenciado en Humanidades y actualmente trabaja como editor en Mondadori. Debutó como escritor en 2003 con Lo ho fame adesso! - Come spravvivere a un frigorifero deserto /"¡Tengo hambre! ¿Cómo sobrevivir a una nevera desierta?"/ pero no fue hasta 2008 que se lanzó al mundo de la narrativa con Siempre estarás tú. La segunda parte, publicada en Italia en 2010 es Si estuvieras aquí.)
www.francescogungui.it/ita

Colección: Ellas
Edad: a partir de 13 años
Formato: 150 x 215 mm
Idioma: castellano
Páginas: 400
Precio: 14,95 €
Pub.: 13 de mayo
Traductor: César Palma Hunt
Otra noche. Otro desayuno. Otro día de mar.
Un mes puede ser larguísimo si sabes exactamente todo lo que va a ocurrir cada día.
Pero a veces lo menos pensado, lo que nunca te hubieras atrevido ni a imaginar, sucede.
A veces los sueños se hacen realidad...

Alice tiene 17 años y es una chica del montón: ni guapa ni fea, no muy brillante, introvertida pero no solitaria y con una única ambición en la vida: ir de vacaciones con sus amigas cuando acabe el curso escolar. Pero su sueño se rompe ante un hecho inesperado e irreversible: ¡ha suspendido! Ahora no le queda más remedio que pasar el verano con sus padres y su hermano, castigada en un camping donde segurísimo no le sucederá nada especial. Afortunadamente, todavía podrá compartir algunas semanas en Milán con Luca, su compañero de colegio, su primer amor y ahora, tras la ruptura, su mejor amigo, la única persona en el mundo que la entiende de verdad. La llegada y los primeros días en el camping transcurren sin pena ni gloria: su padre programando el día en la playa, su madre cocinando en la caravana porque los restaurantes son demasiado caros y su hermano jugando a las cartas. Por lo menos el camping dispone de un locutorio donde Alice puede escribirse cada noche en el messenger con Luca y contarle la monotonía de sus días playeros. Pero un día Alice decide poner en acto “el famoso plan B” que le ha recomendado Luca: ir en busca de algo nuevo aprovechándose de la complicidad de su madre y de algunas mentiras para que su padre se quede tranquilo. Y es así como llega a la playa del chiringuito, un pequeño bar en una calita escondida donde chicos de su edad se encuentran para escuchar música y charlar hasta muy tarde. Con enorme sorpresa Alice descubre que una de las camareras es la guapísima (y presumidísima) Martina, la chica más popular del colegio, quien pronto se convertirá en su amiga y confidente. Con el paso de los días, Alice irá perdiendo poco a poco la timidez y se lanzará en una relación amorosa con Daniele, un chico de Milan muy fan del reggeae, cuyo lema ante cualquier situación es “everything´s gonna be alright”. Como si de un sueño se tratara, Alice y Daniele empiezan a gozar juntos del calor de la playa, las escapadas en moto y los besos interminables sentados en la orilla del mar. Pero el equilibrio parece desestabilizarse con la llegada de Luca que, sin que Alice lo supiera, había planificado pasar con ella los últimos días de verano…

Booktrailer







La búsqueda de las Almas Elegidas no puede detenerse... Ahora, Darina deberá ayudar a Summer a descifrar los detalles de su muerte.

Título: CUATRO ALMAS. SUMMER (Vol. 3)
Autor: Eden Maguire
Colección: Ellas
Edad: a partir de 12 años
Formato: 150 x 215 mm

Idioma: castellano

Páginas: 256
Precio: 14,95 €
Pub.: 1 de julio
Traductora: Teresa Camprodón
Alberca

Han pasado ya seis meses desde la última muerte de Ellerton High pero Darina no sabe cómo sobreponerse: todavía está destrozada por el apuñalamiento de su novio Phoenix. Sin embargo, deberá centrarse en investigar otra muerte: la de Summer Madison. La joven cantautora fue abatida ya hace un año en un tiroteo en el centro comercial y, ahora, Darina tendrá que fingir ser su agente para dar caza al hombre que la mató. Con la música de Summer como banda sonora, Darina, Phoenix y las Almas Elegidas están decididos a hacer justicia cogiendo a su asesino. Mientras tanto, el amor de Darina por Phoenix no deja de crecer...

SM traerá a España "Amor inmortal"


FECHA DE PUBLICACIÓN: 20 de junio

TÍTULO en el extranjero: Inmortal Beloved
Título en España: Amor inmortal
AUTOR: Cate Tiernan.
Serie: Vol. I. INMORTAL (Trilogía)
Editorial en España: SM (en español) y Cruïlla (en catalán).

El primer libro de una nueva y sonada trilogía juvenil conjuga lo paranormal con la intriga y el romance. La protagonista de la historia es Nastasya, una chica inmortal de apenas cuatrocientos cincuenta años de edad, que solo piensa en sí misma y en divertirse. Una tragedia la privó de una existencia normal y vive en la oscuridad junto a otros como ella, de una ciudad a otra, adoptando un nombre diferente cada vez.

Sin embargo, todo cambia cuando es testigo de cómo su mejor amigo tortura sin razón a un humano, lo que la lleva a replantearse su vida, enferma de tanta maldad y depravación. Movida por el deseo de cambiar, se recluye en un centro de rehabilitación para inmortales, tratando de huir del pasado, en busca de un destino luminoso que se le ha estado negando. En el camino encontrará a Reyn, tan hostil como atractivo, quien parece indiscutiblemente vinculado a su pasado.

jueves, 28 de abril de 2011

Amor, de Lorca, Salinas, Neruda y Willy Ronis

Es un pequeño gran recopilatorio de los poemas de amor de tres grandes plumas: Federico García Lorca, Pedro Salinas y Pablo Neruda. Las bellas fotografías de Willy Ronis acompañan al lector durante la lectura y aportan una incalculable riqueza visual al libro.
No hay una descripción disponible
Es una hermosa antología que agrupa el arte de cuatro grandes del siglo XX: tres poetas y un fotógrafo. Es una edición de bolsillo con tapa dura, un precioso regalo para los amantes de la poesía y del amor.

Fotógrafo: Willy Ronis.



He aquí algunas de sus impresionantes fotos.

Novedades 2011

Ed: Destino (PLANETA)Título: HEX HALL. Condena. (vol I) Autor: Rachel Hawkins.

Palabras clave: Amor, adolescentes, muerte, instituto, magia, brujería.

Ed: Versátil. Título: LA LEY DE LA ATRACCIÓN. (vol II) Autor: Simone Elkeles.
Palabras clave: Amor, adolescentes, bandas, drogas.


Ed: Ediciones B. Título: CRESCENDO. (vol II) Autor: Beca Fitzpatrick.
Palabras clave: Amor, adolescentes, muerte, ángeles, instituto, gamberros.


Ed: Montena (RHM). Título: EXTRAS. (vol IV) Autor: Scott Westerfeld.
Palabras clave: Amor, adolescentes, muerte, distopía, belleza.

Ed: PLANETA. Título: CAROLINA SE ENAMORA. (vol I) Autor: Federico Moccia.
Palabras clave: Amor, adolescentes, instituto, realismo.


Ed: Alfaguara (SANTILLANA). Título: FLORES DE SOMBRA. (vol I) Autor: Sofía Rhei.
Palabras clave: Amor, adolescentes, magia, hadas.

La Gramática del Amor (Rocío Carmona)

Título: La Gramática del Amor
Autora: Rocío Carmona
Ilustradora: Meritxell Ribas
Sello Editorial: La Galera
Fecha de publicación: Febrero de 2011
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
Nº de Páginas: 296
ISBN: 9788424636708
Precio: 17.95€

Sinopsis:


Tras el divorcio de sus padres, Irene es enviada a un internado del sur de Inglaterra al borde de un acantilado. Allí vivirá con gran dolor su primer desengaño amoroso, a la vez que ganará un inesperado mentor: Peter Hugues, el profesor más estricto de la escuela, se ofrece a enseñarle la «gramática del amor» a través de siete grandes novelas del género, desde Goethe y Jane Austen hasta García Márquez y Murakami. Irene se irá enamorando poco a poco de su profesor, mientras otro pretendiente misterioso aspira secretamente a su corazón
 
 
La autora:
Rocío Carmona nació en Barcelona en 1974. Está licenciada en periodismo por la Universitat Autónoma de Barcelona, donde también estudió Humanidades. Más tarde cursó un master de Dirección de Marketing y Publicidad en la Universitat Oberta de Catalunya.
Su trayectoria profesional siempre ha estado vinculada a la gestión cultural y a la comunicación, y actualmente ejerce como directora editorial de Urano y Tendencias.
Es editora del éxito The secret. Además, es cantante de la banda Nikosia, que en 2010 publicó su primer disco, The long Journey of volves (Warner).
 
La ilustradora:
Meritxell Ribas descubrió su pasión por el grattage mientras estudiaba en la escuela de ilustración La Llotja. Su primer libro con esta técnica fue El pincel del zorro, una autoedición que tuvo gran éxito. También ha ilustrado una versión de Frankenstein y el pack conmemorativo que editó La Galera el año pasado con Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn.

viernes, 15 de abril de 2011

Cubierta y fecha de publicación de La Última Función (3ª parte de La Novena Noche)

Título: La Última Función
Título Original: Tempestuous
Autora: Lesley Livingston
Sello Editorial: Editorial Viceversa
Formato: 15 x 21,5 cm
ISBN: 978-84-92819-65-2
Nº de páginas: 376


«No amo a Sonny Flannery. Nunca lo he amado. Y nunca lo amaré».

Éstas son las terribles palabras que Kelley Winslow pronunció para proteger al chico al que quería, aunque sabía que con ellas le rompería el corazón.
Y es que Kelley está dispuesta a hacer todo lo posible para proteger a Sonny y para hallar un lugar en el que puedan volver a estar juntos. Para ello, tendrá que aprender a usar su propia magia y descubrir quién es el responsable del peligroso poder de Sonny y qué se esconde detrás de los guardias Janos que van a la caza de inocentes hadas. Una misión llena de peligros que deberá combinar con la no menos difícil tarea de reconstruir la compañía de teatro que tan importante fue para ella.

La intriga y el romance de La novena noche y Los cuatro tronos alcanzan su punto álgido en La última función, el fascinante desenlace de la trilogía escrita por Lesley Livingston.


A la venta el 12 de mayo de 2011

Gimme a call - Sarah Mlynowski

Fecha de publicación: 27 de abril
Formato: 14 x 21,5 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
Precio: 14,50 €
Nº de páginas: 344
ISBN: 978-84-204-0681-7

Cuando la vida no resulta como uno desea… Una llamada de teléfono lo puede cambiar todo.

Devi desperdició tres años saliendo con Bryan: el guapo, adorable y rompecorazones de Bryan. Pero ahora, justo antes del baile de graduación, él la ha dejado y ella descubre que no le queda nada. Ni siquiera un móvil en condiciones… el suyo se le ha caído. Y sólo le permite realizar llamadas a un único número de teléfono… el suyo. ¡Pero el de hace tres años, cuando tenía catorce! Cuando Devi se recupera de la impresión —y convence a su yo más joven de que no es una loca quien la llama— se da cuenta del don que le ha sido concedido.

Ahora se puede aconsejar sobre cómo hacer bien las cosas… ¡por que ya las ha hecho mal! Si la Devi de primer año de instituto sigue sus consejos, conservará a sus amigas, logrará que la admitan en un buen —o mejor, en un increíble— college, será una superestrella de las actividades extracurriculares, y lo que es más importante, ¡se ahorrará que Bryan le rompa el corazón! No obstante, su yo de catorce años no lo tiene tan claro. A ella le gusta Bryan. Es feliz. Pero si has de seguir los consejos de alguien, nadie mejor que tu yo futuro… ¿o no?
  •  Una trama plagada de giros sorprendentes, una carcajada a cada página, y dos en una con las que el lector conecta cien por cien.
  • Si volvieras a tu primer año de instituto… ¿no te gustaría hacer las cosas de otra manera? Esta es tu oportunidad.

La autora: Sarah Mlynowski, ha escrito varias novelas para jóvenes y para adultos. Si Sarah pudiese hoy hablarle a su yo más joven le diría que fuese más amable con sus padres, que escribiese más diarios y que, nunca, pero nunca, echase mano a las tijeras y se cortase el flequillo. Natural de Montreal, Sarah vive en Manhattan en la actualidad y se la puede encontrar en la red en www.sarahm.com.

Hailee Steinfeld en negociaciones para protagonizar la nueva versión de "Romeo y Julieta"

Esta jovencita está causando furor entre las productoras a la caza de nuevos talentos, y es que si ya hace poquito os informaba que se había hecho con el papel principal de La bella durmiente, siguiendo fuentes de Hollywoodreporter.com, ahora Hailee será la que interpretará a Julieta en la película de tipo independiente a cargo del director italiano Carlo Carlie, basada en la obra de teatro de Shakespeare Romeo y Julieta.

Aunque todavía no tenemos a nuestro encantador Romeo, el proyecto cuenta con un presupuesto de 15 millones de dólares, y comenzará a rodarse en Italia a finales de la primavera.

Está claro, las adaptaciones de clásicos han vuelto a estar de moda, y sino que se lo digan a Lily Collins (Blancanieves y Romeo y Julieta) o a Karen Gillan (Romeo y Julieta).


A mí me da que nos vamos a encontrar con una dura competición entre Hailee y Lily. Aparte, recordad que Leonardo Dicaprio y Claire Danes ya dejaron el listón muy alto con su increíble interpretación

Entre luz y tinieblas Capítulo 1 (primera parte)



Uno


Alguien me estaba observando, es una sensación perturba­dora cuando estás muerto. Estaba con mi profesor, el se­ñor Brown. Como de costumbre, nos encontrábamos en el aula, esa caja segura con paredes de madera, las ventanas abiertas al campo cubierto de hierba al oeste, la bandera descolorida en el rincón cubierto de polvo de tiza, la televisión que se elevaba por encima del tablón de anuncios como un ojo cerrado, y la ma­jestuosa mesa del señor Brown que vigilaba un regimiento de pu­pitres de alumnos. En ese momento estaba garabateando comentarios invisibles en los márgenes de un papel abandonado en la bandeja del señor Brown, aunque los estudiantes nunca leían mis palabras. No obstante, en ocasiones el señor Brown me citaba al escribir sus comentarios. Tal vez no pudiera hacerle cosquillas en la oreja, pero sí alcanzar las misteriosas curvas de su mente.
Pese a no sentir el papel entre los dedos, ni oler la tinta ni sa­borear la punta de un lápiz, veía y oía el mundo con la misma cla­ridad que los Vivos. Ellos, en cambio, no me veían como una som­bra o un vapor flotante. Para los Vivos, era aire vacío.
O eso pensaba. Mientras una chica apática leía en voz alta Nicholas Nickleby, el señor Brown fantaseaba sobre cómo había mantenido despierta a su mujer la noche anterior y mi bolígrafo espectral se cernía sobre una palabra mal escrita, sentí que alguien me observaba. Ni siquiera mi querido señor Brown podía verme con sus propios ojos. Llevaba tanto tiempo muerta, suspendida junto a mis anfitriones, viendo y oyendo el mundo pero sin que nadie me oyera jamás ni me vieran nunca ojos humanos durante todos esos años... me quedé helada y sentí que la sala me envol­vía como una mano que se cerrara. Cuando levanté la vista, no lo hice atemorizada sino sorprendida. Mi visión se redujo hasta que sólo quedó un agujerito en la oscuridad a través del cual observar. Y ahí lo vi, con el rostro vuelto hacia mí.
Como un niño que jugara al escondite, no me moví, por si aca­so me había equivocado al pensar que me habían descubierto. Mi reacción infantil fue a la vez desear permanecer oculta y estreme­cerme ante la perspectiva de ser atrapada. Aquel rostro, orientado justo hacia mí, tenía los ojos clavados directamente en los míos.
Yo estaba de pie frente a la pizarra. «Debe de ser eso —pen­sé—. Está leyendo algo que el señor Brown ha escrito... el capí­tulo que debe estudiar en casa esta noche o la fecha de la próxi­ma prueba.»
Los ojos pertenecían a un chico joven muy común, como la mayoría de los del colegio. Dado que aquel grupo de alumnos es­taba en primero de bachillerato, no podía tener más de diecisiete años. Lo había visto antes y ni me había fijado en él. Siempre es­taba ausente, pálido y aburrido. Si alguien fuera capaz de verme con sus ojos, no sería ese tipo de chico, un tipo corriente sin sangre en las venas. Para verme de verdad había que ser extraordinario. Me moví despacio y crucé por detrás de la silla del señor Brown para colocarme en el rincón de la clase junto a la bandera. Aquellos ojos no me siguieron. Los párpados pestañearon despacio.
Sin embargo, al cabo de un instante los ojos volvieron a cla­varse en mí, y me causó una fuerte impresión. Solté un grito y la bandera se revolvió por detrás de mí. No obstante, la cara del chi­co seguía impertérrita, y al cabo de un segundo estaba mirando de nuevo la pizarra. Tenía el rostro tan impasible que pensé que eran imaginaciones mías, que había mirado al rincón porque yo había movido un poco la bandera.
Ocurría a menudo. Si me movía demasiado rápido y muy cer­ca de un objeto, éste podía temblar o balancearse, pero no mucho, y nunca cuando yo quería. Cuando eres Luz, lo que hace temblar a una flor no es la brisa que provocas al pasar rápido junto a ella, ni el roce de la falda lo que provoca que un paño se agite. Cuan­do eres Luz, sólo tus sentimientos pueden emitir una onda tangi­ble al mundo. Un instante de desengaño cuando tu anfitrión cie­rra la novela que está leyendo demasiado pronto puede removerle el pelo y hacer que vaya a comprobar en la ventana si hay co­rriente de aire. Un suspiro nostálgico ante la belleza de una rosa que no puedes oler puede ahuyentar a una abeja. O una risa si­lenciosa por una palabra incorrecta puede hacer que a un alum­no le pique el brazo debido por un inexplicable escalofrío.
Sonó el timbre y todos los estudiantes, incluido el joven páli­do, cerraron los libros de un golpe y se levantaron, provocando un chirrido de patas de silla, y se dirigieron cansados hacia la puerta. El señor Brown regresó en seguida de su sueño de cama.
Mañana traeré una cinta de video —anunció—. Y no os que­déis dormidos mientras la veis, o haré que la interpretéis vosotros. —Dos o tres alumnos contestaron con un gruñido a la amenaza, pero la mayoría ya se había ido, si no física sí mentalmente.
Así empezó todo. Cuando eres Luz, el día y la noche pierden importancia. No se necesita la noche para descansar, es sólo una molesta oscuridad durante varias horas, pero la sucesión de días y noches es el modo en que los Vivos miden sus viajes. Esta es la historia de mi viaje de regreso a los Vivos. Iba a ser carne de nue­vo durante seis días.

* * *

Me quedé avergonzada cerca del señor Brown durante el res­to del día. Cuando eres fiel a un anfitrión, no hace falta seguir a esa persona de habitación en habitación. Nunca seguiría a un an­fitrión masculino hasta el lavabo, por ejemplo, o a la cama con­yugal, fuera hombre o mujer. Aprendí a sobrevivir desde el prin­cipio. Desde el instante en que encontré a mi primer anfitrión, he respetado las normas que mantenían mi castigo al margen.
Tenía un recuerdo claro de todas mis rondas fantasmales, pero sólo quedaban algunas imágenes de la época anterior a convertirme en Luz. Recordaba la cabeza de un hombre sobre la almohada, a mi lado. Tenía el pelo rubio y, al abrir los ojos, no me mira­ba a mí, sino hacia la ventana, donde el viento hacía vibrar el cris­tal. Una cara bonita que no proporcionaba ningún consuelo. Recordaba captar una mirada de mis propios ojos en el reflejo de la ventana mientras veía que aquel hombre se marchaba en un ca­ballo negro por la entrada de la granja, en el horizonte espeso por las nubes. También me acordaba de haber visto un par de ojos atemorizados mirándome, llorosos. Recordaba mi nombre, mi edad, que era una mujer, pero la muerte había engullido el resto.
El dolor, una vez muerta, lo recordaba muy bien. Yo estaba en lo más profundo del vientre frío y asfixiante de una tumba cuando empezó mi primer deambular. Oí su voz en la oscuridad que leía a Keats, Oda a un ruiseñor. El agua helada me quemaba en la garganta, me escindía las costillas, y un sonido como de aullido demoníaco inundaba mis oídos, pero oí su voz y tendí la mano ha­cia ella. Una mano desesperada emergió del diluvio y agarró el do­bladillo de su vestido. Salí a rastras de la tierra, apoyándome en las manos, y temblé a sus pies, me agarré a su falda y lloré lágrimas embarradas. Sólo sabía que la oscuridad había sido una tortura, y que había logrado escapar. Tal vez no había alcanzado la claridad del cielo, pero por lo menos estaba ahí, bajo su luz, a salvo.
Tardé mucho en percatarme de que no estaba leyendo para mí, y que sus zapatos tampoco estaban manchados de lodo. La abracé, pero mis brazos no arrugaron los pliegues de su vestido. Lloré a sus pies como una infeliz a punto de ser apedreada que besara el dobladillo de la prenda de Jesucristo, pero ella no me veía, no oía mis sollozos. La miré: tenía el rostro frágil, pálido pero rosado en las mejillas y en la nariz como si siempre fuera in­vierno a su alrededor. Tenía el pelo canoso y lacio recogido en un moño, y los ojos de un verde intenso, astutos como los de un gato. Era sólida y cálida, con el pulso rápido. Llevaba un vestido negro con los botones mal abrochados, y tenía los codos delgados. Unas diminutas manchas de tinta salpicaban el chal de color mante­quilla, y la tapa del librito que tenía entre las manos estaba grabada con la figura de un venado que corría. Todo era real y lleno de detalles, pero yo era una sombra, ligera como la bruma, muda como el papel de pared.
Por favor, ayúdame —le supliqué. Pero, sin poder oírme, pasó la página.
«¡Oh, pájaro inmortal, no has nacido para la muerte!» —Cuando leyó en voz alta aquellas palabras conocidas, supe qué era yo. Me quedé a su lado durante horas, temerosa de que si apartaba la vista de ella o intentaba recordar con demasiado empeño cómo acabé en el infierno, me devolverían de nuevo allí.
Tras una veintena de páginas, mi anfitriona cerró el libro. A mí me horrorizaba la idea de que apagara la luz al acostarse, y ese pánico hizo que me abalanzara de nuevo sobre ella. Coloqué la cabeza en su regazo como una niña acongojada, se le cayó el libro de las manos y me atravesó hasta el suelo. Me asustó aquella mí­nima sensación indolora. Mi anfitriona se inclinó para recuperar el libro de poemas y, cuando su cuerpo me atravesó, sentí que me desmoronaba y luego volvía a emerger como si estuviera en un columpio infantil. Ella adoptó una expresión de lo más peculiar. Colocó el volumen con cuidado bajo la lámpara del escritorio y cogió una pluma y papel. Sumergió la pluma en la tinta y empe­zó a escribir:

Un pretendiente inclinado sobre una rodilla.
La Muerte me pidió la mano

Por las manchas negras de las yemas de los dedos deduje que lo más probable era que no fueran los primeros versos que escri­bía en su vida. No sabía si yo la había inspirado, pero recé para que así fuera. Tal vez si podía hacer una mínima buena acción me concederían la entrada al cielo. Sólo sabía que aquella santa era mi salvación del dolor y que sería suya hasta el día de su muerte. Y así la llamé, mi Santa. Tenía el porte de una reina y la amabili­dad de un ángel.
Yo estaba confinada a su mundo, pero no era igual que ella. Podía fantasear con que éramos hermanas o amigas íntimas, pero yo seguía siendo su fantasma de visita. Era una prisionera de permiso del calabozo, no sabía nada del crimen que había cometido ni la duración de mi sentencia, pero sí que haría todo lo posible por evitar ser torturada. Sola en el aire violáceo de su jardín ru­ral, me deslicé a su alrededor mientras ella escribía cientos de poemas, al tiempo que el pelo y los ojos se le volvían blancos poco a poco. 
Una tarde, tras haber recorrido con ella la carretera que iba hacia el bosque y el camino de vuelta, nos paramos a observar a una mosca que luchaba en una telaraña mientras una araña espe­raba en una hoja, expectante. Sentía que mi Santa estaba conci­biendo un poema sobre la posibilidad de perdón por parte de la araña, pero lo que no advertí era que ella había dejado de obser­varlas y se había marchado hacia casa, y ya estaba sumergiendo la pluma en la tinta antes de que yo me diera la vuelta y descubrie­ra que no estaba.
Al principio pensé que debía de ir sólo unos metros por de­lante de mí, oculta entre los setos en la curva de la carretera. Eché a correr hacia nuestra casa, pero era demasiado tarde. Regresó el viejo dolor, primero en los pies, como zapatillas de hielo, luego subió por las piernas y me obligó a ir reduciendo el ritmo hasta arrastrarme. Aún veía la carretera delante de mí, pero cuando me caí de frente oí un chapoteo y unas varas frías se me introdujeron en los brazos y en el corazón. La llamé hasta que se me llenó la boca de agua. La tarde se había vuelto tan negra como mi tumba, me encontraba de nuevo en el infierno que había conocido antes de encontrarla. Intenté hacer lo mismo que la primera vez que oí su voz: extendí los brazos, busqué a tientas su falda, pero sólo sen­tí tablas de madera húmeda. Arañándolas, noté una esquina y lue­go una repisa plana, después otra. Me apoyé en las tablas y me le­vanté. Esta vez, al estirar el brazo, sentí un zapato. La oscuridad dio paso a la luz cálida. Levanté la mirada y vi a mi Santa de pie en los escalones de madera de su despensa, con una pluma en una mano y un poema a medio escribir en la otra. Miró al jardín en la penumbra como si hubiera oído a un intruso en sus rosales. Yo estaba estiraba en los escalones, con una mano agarrada a su za­pato, dando gracias a Dios por dejarme volver con ella. Después de aquello siempre tuve mucho cuidado de permanecer cerca de mis anfitriones.
El último día de mi Santa, esperaba con tal fervor que me lle­vara con ella al cielo que me acosté en la cama a su lado y escu­ché su respiración. No tenía enfermera, ni ama de llaves. Estába­mos en la más absoluta soledad. No comprendí hasta qué punto iba a echarla de menos hasta que se quedó inmóvil como una es­tatua bajo mi cabeza. Mi Santa. Mi única voz en el aire, que can­taba o probaba la métrica de un verso en voz alta, mi única com­pañera en los paseos otoñales, la que pasaba las páginas junto a la chimenea. Rogué a Dios que me dejara ir con ella.
Yo no recordaba mi pecado de mi vida anterior, lo que había hecho antes de mi muerte que me había impedido la entrada en el cielo, pero rezaba para que Dios me dejara compensar mi deu­da junto a mi Santa. «Recuerda cómo he intentado consolarla cuando se sentía sola —rogaba—, y cómo la inspiraba cuando su pluma empezaba a escribir un verso tras otro».
Sin embargo, Dios ni contestó a mi plegaria ni dio explicacio­nes. Ni siquiera hubo un instante en que sus ojos verdes se posaran en mí a modo de reconocimiento. Mi amiga, mi Santa, se había ido, sin más. Aquel frío conocido empezó a tirarme de los pies, subía abrasándome las piernas, introduciendo hielo en mi interior. Me rescataron los insistentes golpes en la puerta de abajo. Me deslicé por el aire, a través del suelo del dormitorio, el techo del recibidor, la puerta de madera y, desesperada porque no me arrojaran a la oscuridad de nuevo, abracé el cuerpo que estaba ahí de pie. Un joven que llevaba un año manteniendo correspondencia con ella, elogian­do sus versos, había escogido aquel día para hacerle una primera visita. Sujetaba un ramo de violetas en una mano y miraba decepcio­nado hacia las ventanas con cortinas. Cerré los ojos, presioné la cara contra su mano y le rogué a Dios que me dejara tenerle.
Al final el sonido de cascos de caballos ahogó mis oraciones. Me vi sentada en la seguridad de su carruaje, a los pies de mi nue­vo anfitrión junto a las violetas que él había desechado.
Y así volví a nacer gracias a un salvador que no era conscien­te, le llamé mi Caballero porque había acudido en mi ayuda cuando estaba sufriendo. Era escritor, viudo y sin hijos. Escribía historias de caballeros y princesas, monstruos y hechizos, relatos que habría contado a sus seres queridos a la hora de dormir, pero sus editores sólo publicaban sus libros sobre las Sagradas Escritu­ras, no esas historias encantadas. Eso lo enfurecía y hacía que ca­minara con rigidez, como si nunca pudiera quitarse la armadura. Intenté ser amiga suya, y creo que suavicé sus palabras más de una vez para que sus libros fueran aceptados y siguiera llevando el pan a la mesa.

Susurros en la Oscuridad

Son las 7am ,suena el despertador y me levanto. Ha sido un sueño, era yo pero mis ojos no eran del mismo color. Me pongo las zapatillas y me dirijo hacia hacia el baño, antes de llegar me miro en el espejo y me observo detenidamente. Comienzo a bajar la vista, primero, veo mis piernas largas y delgadas, luego mi cadera, sigo, y veo mi tronco delgado , hasta que, finalmente llego a mi cara. Tengo el pelo de color fuego y liso, un poco largo llegando hasta los hombros, mis ojos, son de color azul como el cielo, mis labios carnosos , recorren una curvatura casi perfecta, y mi piel es fina y pálida. Cuando termino de mirarme voy al baño y me ducho. Luego voy hacia el armario , cojo el uniforme del instituto,me recojo el pelo en un moño y me pongo unos gafas redondas donde apenas mis ojos son visibles. Soy una simple chica en un país extraño ajena al reloj de la vida, que cuenta cada minuto de la vida sin excepciones.

Cuando bajo las escaleras, estoy sola, ya no hay nadie en mi casa. Todo está en silencio no se oye ni el más mínimo ruido. Salgo por la puerta y me dirijo hacia el instituto, cuando salgo observo detenidamente las calles, las personas que las circulan tan estresadas por llegar a su destino sin importarles lo mas mínimo lo que ocurre alrededor, durante el camino , no paro de pensar en aquel sueño, la chica de aquellos ojos de color bosque, que cautivaban con una simple mirada , no dejo de preguntarme, no entiendo el sueño que tuve, la chica estaba ausente, pero percibía cada reacción, movimiento o sentimiento. Parecía un sueño dentro de otro sueño, percibía unos dulces susurros, pero no llegaba a entender que significaban.

Cuando llego al instituto, comienzan las risas, los susurros silenciosos donde solo puedes leer los labios, donde éstos se mueven lentamente unidos a unas sonrisas malévolas. Sigo andando, recorro los infinitos pasillos , que parecen laberintos sin fin, donde la libertad está escondida en lo más profundo de la oscuridad, me apresuro cada vez más, hasta llegar a mi inhóspito pero abarrotado infierno . Seguidamente ,entro a la clase y recorro rápidamente los pasillos y me siento en mi sitio. De repente, entra el profesor en clase y comienza la lección. Entonces, durante la clase me envían un papel de avión, donde decía, “ Danielle, friki , todos te odian “, cuando me gire para ver quien me lo había enviado, vi una sonrisa maliciosa, tenía unos labios color carmín , una piel blanca y brillante con unos ojos marrones profundos que te llevaban a lo más profundo de la oscuridad. Esta chica perfecta se llamaba Vanessa.

Todo comenzó en mi primer día aquí, en el instituto de Vancouver, en Canadá.
El instituto era grande, tenía unos grandes ventanales de cristal por los que entraban rayos de luz que iluminaban toda la estancia, los pasillos eran anchos y en él se encontraban las puertas hacia las aulas. Al principio del pasillo se encontraba la recepción y el despacho del directora y al final de él, se encontraba la enfermería. Era un instituto acogedor, tenía una cafetería amplia y espaciosa para los alumnos, servían infinidad de platos extraños, por lo menos para mí, ya que, yo no había nacido en este país. Yo era de nacionalidad española me había mudado aquí ,cuando se murió mi padre debido a un accidente de tráfico provocado por un conductor borracho. A mi madre le habían propuesto un trabajo aquí ,en Vancouver y sin pensárselo dos veces nos mudamos aquí sin despedirnos de nadie, ni siquiera me pude despedir de Adrien .

Luego , cuando hubo comenzado las clases, yo me había sentado al final de clase, con el propósito de no destacar. Pero al fin y al cabo, no me sirvió de nada, ya que el profesor de matemáticas, Stevens, me llamó hacia el frente de la clase , me mostró un problema y me pidió que lo resolviera. En menos de tres minutos lo resolví, el profesor me miró y me puso otro problema, éste también lo resolví. En un instante el profesor me dijo que me sentara en mi asiento y eso hice. Cuando terminó la clase ,Stevens , el profesor de matemáticas, me pidió que me quedara y realizara una serie de problemas que me había dejado encima del pupitre. Al final, cuando hube acabado los problemas se los entregué y me preguntó que, qué nivel había trabajado en mis años anteriores. Nunca me había gustado que me hicieran esa pregunta, siempre respondía lo mismo, que solo miraba algunos libros de matemáticas y luego sabía hacer los problemas. El profesor asombrado me explicó que tenía un nivel muy avanzado y que le gustaría darme clases por las tardes para ir aumentando mi nivel y así después, podría ingresar en la universidad con dieciséis años al paso que voy. Pero no acepté la propuesta, pero me dijo que si solo podía darme de vez en cuando problemas para que los hiciera y
luego él los corregiría,Al final, acabe aceptando.
No me había fijado en que el señor Stevens era un hombre alto y esbelto. Tenía alrededor de veinticuatro o veintiséis años, su pelo era un poco largo y de color marrón igual que sus ojos, en realidad era un hombre muy bello.


En el segundo día de clase conocí a una chica llamada Amy, era alta con el pelo de color azabache y unos verdes como la hierba. Hablábamos de las cosas de clase, de mis tutorías con Stevens y también de chicos. La llegué a considerar mi amiga, siempre estábamos juntas y charlábamos, aunque ella rara vez me contaba algo de su vida, siempre nos centrábamos en la mía.
Durante los siguientes días de clase, Stevens me llamaba en las horas que tenía libre o en las horas del recreo para darme problemas y charlar sobre mi futuro.

Un día, después de volver del despacho de Stevens, una chica de cabello y ojos de color marrón vino hacia mí y me golpeo en la cara. Aturdida y desorientada me dirijo hacia la enfermería, pero no había nadie. En un intento por coger hielo me resbalé y caí. De repente alguien vino y me ayudó a levantarme, era el señor Stevens, que se había enterado de lo que había sucedido y vino a ayudarme. Me puso hielo en el ojo y me envió a casa.

Al día siguiente de volver a clase, mientras recorría todo el pasillo, la gente me miraba y cuchicheaba bajito . No sabía si lo que escuchaba era mi nombre, Danielle , entre esos susurros tan y tan lentos que parecían mundos en los que nunca podría entrar. Yo no sabía lo que estaba sucediendo por lo que me dirigí hacia mi clase e intenté ignorar los que ocurría. Cuando entré en clase fui a saludar Amy pero me evitó y se fue corriendo, no entendía nada de aquello, todo el mundo me evitaba y me hacia el vacío. En medio de la clase de biología, dirigida por la señorita Noland, me enviaron un avión de papel, donde decía: “ Las putas se quedan solas y mueren solas”. No me atreví a girarme hacia atrás , solo escuchaba unos pequeños susurros alrededor mío y risas tan bajitas pero perceptibles. Cuando hubo acabado la clase, la chica que me había golpeado se acercó a mí y se presentó.
  • Hola putita, soy Vanessa, ¿ te gustó mi nota?.
  • …..
No me atreví a responder, sino simplemente me quede callada con la cabeza cabizbaja.

A partir de ese momento mi vida se convirtió en un infierno.

Bienvenidos y bienvenidas......

Solo soy una principiante en este mundillo de color y vida,donde yo,gracias a tí,  me libero como niña, adolescente y mujer. Sí, eres tú, sí mi querida, la más preciada, aquella que me ayuda en mis más profundos oscuros recuerdos. Sí esa eres tú, la escritura. Aquella, que nos ayuda a desaparecer de estos tiempos remotos, de los más insignificantes problemas, de los más míseros oscuros susurros, de aquellos endemoniados demonios que te abosorven como como si fuera una simple mancha en un lado de la alfombra. Gracias, si te las doy porque gracias a ti, yo, he podido expresarme. 
Hola, a todos, soy principiante en esto, espero y quiero ofrecerles pequeños fragmentos e historias donde poder olvidar todos sus problemas.Intentaré también ofrecerles libros publicados de manera online, ya que considero que todo el mundo tiene derecho a leer y disfrutar.